
Algo tienen los embalses que nos dejan embelesados. El del Porma no es una excepción y siempre que paso veo gente parada observando la inmensidad.
Yo tengo una teoría para esto, para este gusto por observar espacios abiertos: la mayoría estamos demasiado acostumbrados a mirar distancias cortas, las ciudades y sus edificios nos impiden mirar más allá.
Los paisajes naturales nos ofrecen la posibilidad de cambiar esta rutina, de relajar nuestra vista, y de paso, el resto de los sentidos. En León tenemos la suerte de poder disfrutar muchos de estos lugares, siendo el tercio norte de la provincia, la mejor opción para ello.